Wednesday, November 05, 2014

Monday, November 03, 2014

me gusta estar aquí

Friday, July 11, 2014

Monday, March 03, 2014

La dinámica de Saturno



 Han pasado una horas y comienzo a sentirme mejor. Salgo del módulo. Lo primero que veo es la forma de sus ojos de ave. Entonces la veo completamente. Tiene el cabello oscuro y cae sobre su espalda. Su nariz es inexplicable y me gusta. Sus labios son largos y sumamente delgados. Vestida en tres D. Su estatura es pequeña. Esconde los brazos dentro de su vestido. Siento algo que había olvidado. No puedo huir. Lo que está por crearse es una imagen nítida y permanece menos que segundos en mi mente:
1 Veo el futuro de la tripulación
2 Voy arrastrándome por la sección más estrecha de la nave
3 Cada cuatro minutos este camino se llena de gases que sin el equipo adecuado moriría
4 Hay que llevar un traje y máscara especial
5 Avanzo por donde la atmosfera es más nociva

Algunas veces, en ciertos sectores de la nave, no puedo ver, solo el instinto y la memoria me sirven para llegar a la cámara de las Inmortales. Mujeres que dedican su vida a la belleza estética, maniquíes humanos de perfección monstruosa. La más longeva, dicen que vivió 123 años sin un solo rastro de envejecimiento, pero se volvió demente a los 80 años. Y al fallecer, su piel era tan suave que quienes la tocaban se quedaban con un poco de ella en sus manos. Mil veces peor que tocar el cuerpo de una persona ahogada en el líquido más acido. El vapor que atraviesa este lugar proviene de los mantos tóxicos donde ellas se bañan. Están ahí solo unos segundos, luego en grupos se inyectan en la zona abdominal vacunas llenas de células regenerativas. Corren en círculos para que la infusión se transmita por todo su cuerpo, después se cubren de celulosas que les mantienen la piel y los músculos firmes. Esa es la parte más dolorosa, porque ese tratamiento penetra sobre cada poro de su piel, rompiendo tejido celular, y al llegar a los músculos se enfría al grado de que algunas quedan rígidas en algunas zonas de su cuerpo hasta que el dolor les produce la muerte. A pesar de tal tormento su belleza física nunca se degenerará, al contrario, algunos organismos de esas mujeres reaccionan positivamente transgrediendo los conceptos generales de estética, como la mujer que vi, cuya mirada sobrepasa el campo visual del ser humano.

Encuentro la plataforma en la que desciendo al lugar donde habitan las inmortales. Espero ser bien recibido, porque sé que los extraños no son vistos de buena manera. La plataforma comienza a moverse, no soy el único en ella; otro tripulante está a mi lado: es una mujer y no parece ser inmortal, por extraño que parezca creo que la había visto antes; en el planeta Tierra.

La observo detenidamente y ella responde a mi fijación con una sonrisa; después dice: deseo que tengas suerte. La plataforma se detiene al llegar en el salón del grupo de las inmortales. Ahí el olor es lo primero que puede sentirse, un aroma dulce virtuoso intenso produce un cosquilleo en los ojos, luego un nudo en la garganta y continua hasta la irritación ocular; Pierdo de vista a mi acompañante de la plataforma. Una dama inmortal me sujeta del brazo, viste un traje largo brillante hecho de plasma mercurial, su figura es evidente a pesar de tener solo descubierto el rostro. Me siento perdido y no puedo resistirme a su beso. El calor en sus labios. El susurro de una lengua a otra. El plasma de su traje nos envuelve. Entonces comienzo a tocarla, mis manos solo se mezclan con el estado gelatinoso de su cuerpo, formado y unido por el plasma. Es un rostro con vida; ¿Qué lejos quieren llegar estas mujeres? Pero no son solo ellas, es esta nave e constituida por cúmulos de materiales maleables y una tripulación dirigida por un nuevo razonamiento.

Monday, February 17, 2014

La Tierra y los elementos me piden que fume marihuana.
El Sol y el espacio que siga soñando.

Thursday, January 16, 2014

será que me tomo unas chelas o mejor tomo mi vida

Tuesday, January 14, 2014

¿Te acuerdas del set list?



Entre el silencio de mi lap top y las historias dentro del concierto de Nine Inch Nails  que Carolina me contaba iban apareciendo  fans a mi alrededor, adoradores del rock tecno industrial que proyectan en una misma voz un  sonido metálico como si golpearan con sus cantos  alguna piedra fortalecida en el fondo de un rio y sus miradas todas sobre el escenario parecían emitir niebla. Desde ese día no olvido los saltos y el baile expresivo de sus cuerpos alrededor de la memoria de mi amiga, que se vistió de negro esa noche y se reunió con su novio más tarde y juntos  asistieron al concierto de un grupo que apenas habían escuchado, que ella no toleraba pero en esa fecha fue la excepción.

Las rutas de acceso al concierto son lentas y el número de personas crece, los viejos conocidos se saludan felices y sin decirlo en su charla plana, sin mucho sentido y entrecortada, como buenos admiradores  sienten que pertenecen  un grupo selecto que son parte de una historia.

Escribo la palabra “increíble” en la ventana de conversación y voy por un cigarro rojo, veo la mesa  y ni uno  de los libros, revistas y discos de música que están ahí dicen algo referente al concierto, tomo el encendedor, antes de encenderlo recuerdo los momentos oscuros y solitarios, buscando a mi amiga entre los rostros perdidos y voces devastadas  en  diferentes conciertos  de rock.

Carolina me escribe que se quedó con su novio hasta el final del concierto, abrazados, coreando esa canción sobre un dolor que se repite en muy pocos fans de NIN, pero ella es feliz de haber vivido ese momento y mientras las emociones se amontonan  en una charla innecesaria, le pregunto si recuerda cuando teníamos nuestra propia banda y cantábamos nuestras canciones. Lo siguiente en aparecer es un rostro amarillo y descontento. Se terminó el tiempo del cybercafé