Tuesday, July 26, 2005

Final de fotografía con pesadilla


Era un adolescente con calvicie prematura y siempre vestido con el mismo uniforme. La ciudad parecía dormir aunque sus calles marcadas de tantas pisadas correspondían a una semejante variación de personalidades que se encontraban cerca de ahí. El clima era extraño como respirar dentro de un cuarto lleno de somnolencia, el norte era soleado y el sur nocturno. Extraño que lo mismo aun me seguía sorprendiendo o tan solo era un buen observador. Di vuelta sobre la esquina de un edificio desproporcionado y ya estaba en mi casa en un cuarto que no era el mió, algo estaba presente dentro de el provocando calambres en los músculos de mi cara y endurecía mis extremidades. Como pude salte de la cama que me angustio como a alguien a la mitad del mar muerto. Se reían de mi dentro de un cofre viejo, fui hacia el y no había mas que ropa, la risa se volvió carcajada y volví a la cama, pero algo con la apariencia de mi padre postrado, me oprimía la vida. Comencé a gritarle que no era mi padre sino un diablo que se burlaba de mí. No le permití más y comencé a gritar más fuerte y solté puñetazos hasta desbaratar su cuerpo. ¡Mi madre llego corriendo con una bolsa transparente de plástico duro (mis gritos la habían despertado) me vio golpeando la nada y yo me vi haciéndolo también, pero continué, mama quiso entenderme y coloco la bolsa sobre mi cara y me arrastro mientras perdía oxigeno y trataba de decirle que todo era una pesadilla y que ya había despertado! Mi visión se nublo y cuando la recupere el escenario había cambiado ahora el sol era azul, las calles, las paredes estaban húmedas, lo seres alrededor eran diferentes, como una raza distinta de humanos. Todos estábamos unidos en una condición de placer que no puedo explicar y nos tomamos una foto como si no volviera a ocurrir. La mujer a mi lado acepto ser mi modelo a través de una lente extraña que usaba con ella hasta convertirse en una silla vieja de cine que alguien tiro a la basura con “x” por pezones y una pared de fondo que se aguadaba de tanto azul por cabellera.

Wednesday, July 20, 2005

Otra vez *

Entre mas luna llena, mas lluvia y mas cerca.

Vacuola


Me volví demente a los 65, sentado siempre escuchando la misma música y un recuerdo que buscaba perder desde los 24. Unas veces recibía visitas desconocidas que deseaban mi muerte, no habría mas que agradecer esos deseos a estas alturas y unirse a ellos. Por lo regular solo eran pocos los minutos que estaban, luego volvían a desaparecer no se donde, pero se perdían. Frente a mi una mesita que albergaba cientos de medicamentos caducos para el dolor, la falta de sueño, tos, espejismos, mareos y tristeza. Por las mañanas se levantaba vacuola a tocar el piano en la casa de a lado y yo me quedaba escuchándola en mi mecedora pegando mi oreja a la pared, siempre algo de mi salía de mi oreja con forma viscosa menbranica adherida a la pared. Con preguntas amigables lograba sacarle información y siempre era la misma justificación. Vacuola seguía tocando el piano. Desprendía con una cuchara aquello y luego lavaba la pared con jabón en polvo, hasta que mi piel se quemara de tanto tallar. Ya no podía salir de casa alguien se había tragado la llave o la tiraron por la ventana. El teléfono solo timbraba para avisarme de gente muerta o a punto de morir. Ya no contestaba.Vacuola volvía a tocar a la hora de mi comida, el plato se enfriaba, mientras la escuchaba y con eso me mantenía, después vomitaba, comía y volvía a regurgitar.Morí imaginando a vacuola a mis 24 y la membrana cubriendo mi cerebro que salía por mis orejas y el sonido de los insectos que vivían en las viejas paredes.

Carmen al volante


La vi muchas veces en el pasado con su cabello ondulado y rojo, su vestimenta de una sola pieza siempre en tonos opacos, su cara pálida sin maquillaje mas que en los labios, un reloj delgado y pulseras, sus manos parecían carecer de fuerza, era de dedos cortos y delgados, siempre con sus uñas cortas, parecía tragar saliva todo el tiempo, decían que tenia una enfermedad en la laringe que le impedía tragar mas que líquidos y aun estos le causaban dolor, talvez solo la saliva le causaba placer o era la misma historia que nos cuentan y que pasa, de que cuando tienes alguna herida por mas que te la cuides al final del día la pasas a traer con algo, inconcientemente para volver a sentir el dolor.Carmen amaba a sus hijas y a su auto. La tarde les servia para correr dentro de su atlantic plateado con sus llantas lisas y su defensa negra, quienes comenzaban a conducir apenas y eso distinguían, pero la forma en como sujetaba el volante, el cambio de velocidades en su derecha, la mirada agresiva y las niñas que lloraban porque su madre nunca se detenía y cada vez la velocidad incrementaba era un lujo de conductores mas experimentados capaces de ver mas allá de la maquina. Era cuestión de lógica que enamorara a los policías que la seguían consecutivas veces causando persecuciones tan sorprendentes que las personas se detenían de sus quehaceres diarios para quedarse sobre las aceras y decirles adiós. La última vez carmen se equivoco y llevo la carrera más allá de las callejuelas con hoyos, baches y enfermos semáforos, la belleza de carretera la invadió, llenándola de una velocidad inimaginable. Nunca regreso. Termino en una curva que escondía una ruptura en el espacio y tiempo que dividió en secciones pequeñas a su auto enviadolas a quien sabe que lugar, doblando a sus hijas dos veces hasta desaparecerlas sin que pudieran emitir gritos y a ella deshaciéndola infinitamente en segundos.

151 piezas

Encontré la última entre las hojas del cuaderno, la levante hacia la luz de la lámpara para ver si en realidad era lo que buscaba. Miro con su ojo como mancha lo que creyó era todo y después me vio. Debo admitir que soy caduco lo que me llevo a imaginar que lo que sostenía con dos dedos, que tenía pestañas y parpado y vista pensó en mí como algo divino por ser completo. Cuanta estupidez podía creer entonces y coloque la figura en el hueco que faltaba por determinar la forma de aquellos pedazos de cartón. Todavía era muy niño para tener una mujer en mi cuarto solo por el deseo de mostrarle como si podía armar tal inmenso rompecabezas. Después sin pensarlo abría tiempo para todo lo demás, a pesar de la densidad que latía en las paredes por culpa de su aroma y de mudarse a piel.

Saturday, July 09, 2005

Día 127


Un enjambre de estrellas para que no te pierdas , talismanes contra toda clase de males y un crismas de navidad que sepamos donde estas, desplegamos los mapas de todos los sueños nos volvemos a encontrar en un punto entre san Cosme y san Damián los lobos hacen jauria que es poesía de voracidad y es tan frágil de voz y es tan débil que soy como una urna de cristal que se va a quebrar , como el verano que paso y empiezo a echar de menos como una cucharada de sal que se disuelve en zigzag en el mar.

enrique bunbury