Los trozos bien picados de mi corazón caen sobre el sartén caliente, los mismos líquidos de la carne son desprendidos friendo de una forma natural y endulzando la cocina con su aroma. Mi maestra de gastronomía decía que nada debía ser desperdiciado. Mi asesor que tenía problemas y debía resolverlos. Corto la cebolla en formas circulares, una a una las rebanadas van cayendo y otra vez no coloque el cuerpo en forma correcta. Mis ojos están llorando. Yo me carcajeo. Continuo moviendo la carne, disminuyo la densidad de la llama, escucho un grito donde es pronunciado mi nombre, saco la cabeza de la tierra pero, nadie me llamo, es solo la imaginación que no quiere dejarme, jugando conmigo cree utilizarme y yo la sigo demostrándole que no todo lo que crea es una alucinación. Apago la llama como si mi poder se concentrara en crear y destruir al mismo fuego. Sirvo la carne carbonizada en un tazón, continuo haciendo la ensalada con el tomate y la hoja verde que no se nombrar hasta terminar colocándola en otro recipiente. He vuelto a ser nombrado. Salgo de la tierra. Camino lentamente, me encuentro tu cuerpo, simulas estar dormida, haber muerto, acaricio tu cuerpo, tiemblas, sigues viviendo, alguien a tu lado, le permito verme. Sus ojos deben ser removidos, sus manos pasaran por un proceso hasta quedar solo huesos, arranco su quijada, me rió de el y te llevo conmigo. |
Monday, October 31, 2005
Baal
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