Una noche del pasado

Et y Amma están juntos desde que son niños en la misma ciudad. Han visto la grandeza y decadencia  convergiendo en lo alto de la pirámide mayor. Una noche del pasado cuando eran jóvenes durmieron en lo alto de la pirámide para protegerse de la lluvia, que venía de las estrellas y eso les ayudo a que las caras de piedra grabadas en la pirámide no los vieran. La noche seguía y goteaba a los costados del techo de la pirámide después de la lluvia. Et imitaba el sonido ondulatorio del fin de la lluvia hasta que se detuvo y la noche estuvo muerta, un evento imposible pero así fue. Después del silencio un aleteo emano ráfagas de viento con dirección a la pirámide. Et y Amma se acurrucaron en una esquina abrazándose, y su respiración se agitaba al sentir aquellas ráfagas de viento y escuchar aquel aleteo en parte  parecido al sonido de los murciélagos cada vez más cerca. El dios murciélago se posará sobre la pirámide y nos tomara como sacrificio, le dijo Amma a su amigo.

Los rostros de animales esculpidos en piedra vieron aquel ser llamado dios y emitieron los ruidos del horror ante su impotencia de atacar o huir. El dios murciélago descendió de lo alto y destrozo algunos provocando que un manto de polvo cubriera su cuerpo entre los escalones y el recinto en lo alto de la pirámide. ¿Realmente es un dios con cuerpo de bestia? Se preguntaba Et y sentía el frio del cuerpo de Amma.  Aquel ser  vio la ciudad y emitió un ruido agudo y vibrante, seguramente todos los habitantes lo escucharon y al igual que Et y Amma se quedaron ocultos sin decir nada, pero solo aquellos niños mayas lo vieron en su esplendor, hasta que la luz de un pequeño sol  se lo llevo.