No me gusta este trabajo, estar solo rodeando con mis
pasos una manzana, mirar fijamente a la profundidad de la calles, sentir la noche oscurecer completamente, oír pasos
que no son míos. Que coincidencia trabajar tan cerca de la primaria en la que
estudie, ya no es la misma después de 20 años, ni siquiera los fantasmas que vi
en ella se presentan ahora. Sin embargo hoy
luce algo familiar. Cuento las veces que cubro las calles y me detengo frente a la escuela al ver que
alguien está sentado en el portón de la entrada principal. Parece que me ha
visto y se pone de pie, me acerco y es una mujer de alrededor unos 30 años, no
está vestida como si fuera un ser con la mente perdida, alguien sin hogar. No puede estar aquí, llama un taxi o ve a
descansar a la banca de un parque, si se
encuentra perdida, puedo llamar a la policía para que la auxilie pero no puedes
estar aquí. Le digo sin titubear, mecánicamente, haciendo un lado el hecho
que ella me resulta conocida y que viste con el uniforme de la escuela. Ella solo
vuelve a sentarse sin prestar atención a lo que dije. La verdad no me cae mal
un poco de compañía y si es una mujer vestida de niña de primaria, apareciendo
de la noche no importa así que me acerco un poco para sentarme a su lado, le
ofrezco un poco de café y ella lo acepta. ¿Cuál
es su nombre? Le pregunto, ella responde. No tiene un nombre común o de la
región ¿Por qué esta vestida así, no
temes que te confundan? Su voz me gusta tanto que me causa problemas
razonar su respuesta. ¿De donde eres?
Su respuesta me lleva veinte años al pasado, en segundo año de primaria, soy
ese niño gordo con la camisa del día lunes desabotonada. Ella y su amiga piden
permiso a la maestra para darnos un anuncio, hace calor y el ruido que hacemos
todos le llega a la cintura y después no es nada. Otra vez no sé qué dice, me
gusta mucho, quiero estar a su lado, pelearme con los de sexto grado por su
amor.
Ahora sé quién es y porque está aquí. Te guarde una
promesa y vienes por ella, pero no te dije que ese mismo día te olvide. No
tendrías por qué estar aquí y aunque tu belleza continua es por el pasado
dentro de ti y hoy eso ya no existe. Roxana le da un trago al termo con café,
me dice adiós con el llanto de los niños en sus ojos y regresa a donde
pertenece a 1987 en su máquina del tiempo incrustada en un árbol del que soy
testigo, pasa todas las estaciones en una noche hasta que muere.
continuara...
1 comment:
auch!
duele
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