La mejor opción siempre es una niña. Una que haya sido abandonada por sus padres junto a su hermano mayor en la casa de su abuela. Que su voz sea tan hermosa como insoportable al cantar la navidad en cierta melodía de la época. Hoy luce de short, playera y tenis (así la imagine). Su corazón nunca tendrá que saber de mí como ella quisiera. Imagino cavidades profundas donde tendrías senos, cuatro ombligos más en tu vientre, hecho con tijeras o martillo y cincel. Para entonces habré succionado tus ojos pues no son suficientes los lugares donde deseo depositarme. Llego a percatarme del inicio de la noche siguiéndola como el parpadeo al cambiar de canal. Un destello de monitor convertido en virus extrayendo su comida de la anatomía del hombre, amantes consumados sin genitales en tambos de gasolina lejos de la ciudad, otra vez la cabeza es servida en bandeja. |
Friday, November 18, 2005
Fulgor(e)
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