Es con cavidades oculares sumidas, boca sin labios, nariz de una fosa nasal, mentón triangularmente prolongado, escoriaciones en el rostro negras y blancas en una piel café de roja. Ve a los ojos sin mentir. Se esconde desde siempre entre severos castigos y karma. Cambiando todos los días por el llamado deterioro. Se sostiene de sus propios orificios auditivos sobre el amarillo sucio de las mañanas, el viejo de las tardes y esa sensación gris tan extraña de las noches. Nadie que haya estado cerca puede dejar de notarse a través de ella; algunos de estos quieren tocarla, otros con sus manos temblorosas la apartan de su hogar. El simple contacto entre sus dedos y su textura les hace ver lo que podrían ser. Es entonces cuando la devuelven a mí a pesar de que saben donde tiene que permanecer. Sin pensar porque lo hacen, la tomo, la acerco a mi rostro, me veo con ella y de nuevo es devuelta manteniéndose suspendida dentro de su lugar.
Durante las noches se que me observa sin perderse uno solo de mis movimientos. Me llena de terror saber que una noche cualquiera decida salir de su encierro, camine hacia mi cama, sumerja su tacto sobre mi y me sacuda mientras sueñe. No debería decir que se lo que haré si despierto y no puedo recordar mi sueño porque con certeza iré hacia donde espera y la usaré. Si esa noche llega podré decir que casi todo en esta vida se me ha cumplido, entonces de la bolsa de alguna camisa usada ese día colocada en mí silla preferida, sacare un cigarrillo, lo fumare y luego tomare otro del mismo lugar para también consumirlo. Todo estará existiendo, intuyo que serán mas allá de la 1 a.m., las hojas de los árboles del patio jugaran a detener el viento, habrán sombras raras, objetos absorbiendo el tiempo y esa palabrería que no puedo callar y que sale de mi boca a pesar de que el silencio rara vez conteste.
Cuando mi razón se percate estaré vestido y veré a través de sus ojos. Caminaré los pasos suficientes para llegar a mitad de la cuadra dejando la puerta abierta para escuchar, al darle la espalda, como se azota. De alguna manera pienso que tal ruido podría hacerme despertar.
Camino como lo hago desde hace tiempo hasta ver un rostro de victima parecido al mió. Qué pesadilla debe sentir que te observan. Y tu que hoy imaginaste un futuro, nunca se te ocurrió que llegaría conmigo acechándote esta noche, imaginado tu vida escurrirse viscosa entre mis dedos, llegando a tu corazón lentamente a través de un filoso acero.
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