Presione el botón y el reloj del fin del mundo comenzó su marcha. Aun es posible detenerlo.
Veintiséis minutos pasaron. No se que hacer. Nuestras vidas acabaran pronto. Todo lo construido por la civilización se ira.
Cuantas veces en los momentos adecuados tuve aquel poder y no lo utilice. Hoy con razones para no hacerlo tome la decisión.
El fin del mundo: un arma sobre mí que se hunde en mi pecho, ojala atine al corazón. El metal se atasco en una costilla. Solo siento dolor. Que patético me veo; cierro los ojos para retomar fuerzas; imagino a la muerte con el rostro de Evelyn y decido ir con ella.
Escucho el segundero como si fuera el monstruo más grande y lento merodeador.
Veintiséis minutos y cincuenta segundos después decido presionar la herida y el hueso se parte. Lo escucho romperse y sonrió al recordar el sonido de las pinzas arrancando las muelas. No duele mientras estoy atrapado en el sincretismo. Veintisiete minutos la existencia se detiene. Solo pocos humanos son capaces de quitarse la vida por si mismos. Los demás esperaran hasta la última hora.
Veintiséis minutos y cincuenta segundos después decido presionar la herida y el hueso se parte. Lo escucho romperse y sonrió al recordar el sonido de las pinzas arrancando las muelas. No duele mientras estoy atrapado en el sincretismo. Veintisiete minutos la existencia se detiene. Solo pocos humanos son capaces de quitarse la vida por si mismos. Los demás esperaran hasta la última hora.
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