Con los ojos semiabiertos, el pelo canoso, sentado siempre en la misma mecedora, con Cáncer en los pulmones, sus lentes y su bastón; un hombre viejo llama siempre a los niños que están cerca para que sea escuchado. Una serie de no menos de 4 niños se sientan alrededor de aquel viejo, quien inicia sus observaciones sobre moscas. Los niños con posturas similares prestan atención a lo que dice. Aquel anciano observando las caras de los niños como tratando de encontrar algo que nunca tuvo empieza por decirles su mayor observación sobre las moscas.
Las moscas a veces escuchan las pláticas de los hombres, las sonrisas humanas se reflejan en sus pentágonos oculares y ellas parecen sonreír también. O escuchan música que luego entre aleteos rechazan.
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