Todo se dio en una noche de baile en el único lugar donde podían reunirse los jóvenes de este pueblo. En una mesa estaban los hijos de Marcos el carpintero. Ellos no solían ir a fiestas. Eran jóvenes muy pacíficos que vivían para trabajar en la carpintería de su padre y encontrar a alguien con quien casarse. Solo el mayor era distinto a su hermano. El fue el único que rehusó seguir con el legado familiar de ser carpintero y por eso hace 7 años se fue del pueblo. Apenas esa tarde había regresado y su hermano feliz de verlo de vuelta decidió celebrar junto con el.
A la 1 a.m. uno de ellos empezó a discutir con un tipo. La música continuaba, el licor seguía consumiéndose, las mujeres bailaban con sus parejas. Todo seguía en orden hasta que aquel hombre empujo al hermano de José. Entonces la fiesta se detuvo. José corrió hacia su hermano y juntos salieron del lugar sin voltear a ver atrás.
Aquel hombre los siguió y los insulto. José saco una navaja de su saco, giro hacia aquel hombre y se la enseño. El brillo era intenso parecía que toda la luz nocturna se concentrara en ella. Aquel hombre vio reflejar su miedo y se hecho para atrás.
Genaro no era un hombre de pleito pero, tampoco un miedoso; solamente recordó que el día de mañana se casaría y prefirió no continuar con algo que terminaría mal. Aunque ya era muy tarde para esa decisión. José se aventó hacia el y corto a Genaro. La sangre de su antebrazo era tan negra que parecía la sombra de este queriendo huir de lo que seria un cuerpo sin vida. Genaro sujetando su brazo con fuerza, se coloco de rodillas frente a José y suplico por su vida. José le pidió que no suplicara porque de todas maneras lo iba a matar. Entonces comenzó a cortarlo sin un solo rastro de piedad. Lanzaba los tajos hacia la cara, el cuello y el pecho. Pronto el hombre ya estaba en el suelo y José parecía cortar solo un charco de sangre. Su hermano nunca hizo por detenerlo. Juntos sin decirse nada caminaron hacia su casa y a la mitad del rumbo una patrulla los detuvo. José enseño su navaja todavía húmeda al igual que sus manos manchadas. Los policías se lo llevaron y dejaron a su hermano quien salio corriendo a su casa. Marcos llego a la casa de sus padres y les contó todo. Su padre no dijo nada, se vistió y espero que su esposa terminara de llorar. Después juntos se fueron a la delegación y le pidieron a Marcos que se quedara a esperar.
Esa misma noche Genaro fue velado, José juzgado a cadena perpetua; y la prometida de Genaro y Marcos nunca mas fueron vistos en el pueblo.
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