Thursday, June 02, 2005
Oculta al teléfono
Tenia una bola de cristal que le dictaba que haría y como seria. La consultaba dos veces al día, cuando el alma se apretaba tanto que amarraba los músculos y la resistencia a ello lo hacia temblar. Su hogar era un desorden, habían mesas y sillas de mas, cerros de telaraña, una mascara de cartón y por supuesto una mujer que se escondía. Los fines de semana eran adecuados para limpiar y volver a preguntar a la bola de cristal (si también esos días trabajaba el azar para el). Lo mejor fue que después de cinco días ya no se respiraba aquel olor a polvo y humedad acostumbrado, aunque a la mujer no la encontraba todavía. Llego el domingo y paso como siempre entre distintas posiciones de su sombra, alguna lectura del pasado y música que causaba adicciones. Era olvidada la medianoche, cuando el teléfono asalto mi sueño, era la mujer que había perdido, se escondió ahí por 3 meses, 3 días después, se volvió a perder.
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