Friday, February 16, 2007

Tragaluz

Comúnmente amanece. La luz se interpone entre si. Llega a los ojos y estos en verdad funcionan. Nunca despierto con los ojos cerrados o de noche. Si tuve un sueño intento terminarlo mientras continúo acostado. Regularmente no recuerdo uno que haya terminado al despertar y no me acostumbro a lo que no tiene final.

No puedo mentir. A veces me llevo todos los posibles finales a mis actividades matutinas; sino llego a decidirme los olvido. Entonces la tarde (esa convulsión eólica de esta hora en la ciudad. Siempre atrapada en la manía geográfica de la naturaleza de la región) y su sabiduría me hace dormir. La breve siesta vacía mi cabeza. Como si en ese momento la gravedad es mayor, tanto que come la luz, suficiente para alertarme de otra pasión.

Los niños llegan a casa sin abrigos y estratagemas para ser felices a pesar del oscuro tiempo. Los dejo jugar en mi cuarto, ensuciarlo. Les enseño a girar velozmente sobre su propio eje y así alterar su energía pura que vibra mi cuarto en las zonas mas lascivas, a donde busco llegar después que se van.

Evelyn me dijo antes de irse que las vidas se hacen cortas de noche. Decido no volver a dormir.

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