Monday, October 07, 2013

Que voy a decirle al gusano de tierra que quiso vivir en mi piel


   Tenía que ser un gusano, el  que durmió conmigo aquella noche de retribución, para arrastrarme entre las plantas de cerveza y las casas de citas situadas en los corredores rojos de la ciudad en marzo. La vez que apague todas las luces de la casa después de regresar de mi trabajo en el laboratorio.
Deje caer la sabana sobre el patio, fui por mi portátil y más tarde llego un  correo a mi bandeja. El cuerpo me ardía aunque el piso estaba frio y las hojas de las plantas dispuestas en el jardín se encontraban inermes esperando los rayos de sol, mientras respiran las toxinas nocturnas del aire. El destinatario del correo era la misma empresa de mi trabajo, el doctor S. escribió personalmente, me dijo que mañana no sería el mismo, que tomara precauciones. Cerré mi bandeja de entrada y me dispuse a dormir. Antes de que llegaran los sueños, cuando solo la oscuridad de los parpados y pulsaciones violetas cubren los ojos, recordé las inyecciones, los animales en jaulas, cuerpos diseccionados en las planchas metálicas, los mil pesos en efectivo que me dieron y su olor a jabón quirúrgico. Entonces llego el sueño, interrumpido por algo parecido a un beso, abrí los ojos y vi que algo se arrastró rápidamente y desapareció en el jardín. Había dejado en mi brazo una línea de agua, no sentí dolor así que no me alarme, limpié mi brazo y un olor que no tenía en mi memoria se guardó en mi conciencia unos días. Levanto mis cosas y decido  dejar el jardín, veo detenidamente hacia las plantas, buscando al ser que había dormido en mi piel.
 
   En octubre del 2013 comienzo a presentar granulados en mi piel, algunos duelen. En mis brazos la tonalidad cambia formando líneas concéntricas. El medicamento comienza  hacerlas desaparecer, pero en las noches no puedo dormir a menos que me acueste sobre el abono fresco de las plantas.
Otro día en el trabajo, mi último día. Recibo algunas infusiones, tomo tres pastillas y un sobre con algo de dinero que uso para comprar dos botellas de ron y posteriormente terminarlas camino a casa. Amanece, lo sé por el calor que siento pero una oscuridad me envuelve, y los sonidos del tráfico, los pasos de las personas apresuradas comienzan a lastimarme, apenas consigo escapar de esa red que me cubre de ver en donde estoy.  Quiero gritar ante la realidad, pero mi cuerpo solo se retuerce. Pierdo el conocimiento de quien soy, mi nombre se desvanece entre la luz del sol, aquel amor es un aroma que se filtra entre los músculos de mi cuerpo y se descarga con olor a savia, el futuro y todos esos planes que hice se convierten en la constante del movimiento de mi cuerpo, en la búsqueda de un lugar húmedo. Cruzo la puerta de mi hogar por una rendija, busco el patio, voy lo más rápido que puedo, construyendo sensorialmente la realidad. Desconozco del tiempo y los colores del mundo son todos amarillos. Me acerco al prado de mi jardín y pienso en la humedad en el abono, las raíces de las plantas, en mi posible muerte. ¿Qué voy a decirle al gusano de tierra que quiso vivir en mi piel? Todo se detiene, incluso mis músculos lo hacen ante el viento que llega a mi cuerpo, siento la presencia de  un ave que alimenté cada vez que la vi descender sobre el patio, creo que puede reconocerme, seguramente la sonoridad de su canto anuncia algo importante, no puedo verla pero imagino que el pico se abrió más y más, la cabeza del gorrión se acercó a mí y el resplandor sonoro del amarillo avanzó suavemente y me envolvió.

No comments: