Thursday, August 17, 2006

Jugando a ser mortaja

he visto avanzar arrastrando los pies. Me gusta jugar a que te sigo escondido a tus espaldas. A veces parezco un sonido guardado, como una risa, una platica, un te amo. Y tu risa y tú sola sabes porque eres tan feliz.
La tarde avanza mientras en reposo sobre alguna silla tejes cualquier imagen concebida para niños en tela blanca, con capotera y el hilo mas barato. Cierras los ojos para dormir y en segundos sueñas avispas y flores y polvo. El llanto de tu hermano menor, la merienda caliente, el perro flaco de figura e instinto. Un mundo para pocos, donde se sale a la calle principal y se pierde la vista entre el monte. Te despierta el maullido del gato que después corres. Estoy seguro que piensas que se ha hecho de noche. Te levantas a pesar del dolor que causa pues tus músculos están fríos y los huesos huecos.
Enciendes la luz del patio y caminas observando bien por donde pisas. Ahí es la zona más fresca de la casa. El viento se enreda y sale repetidas veces. Limpias jaulas alrededor del patio para aves que dices te hacen compañía. Te sigo y parece que por un momento me descubres pero, solo comienzas a platicar con nadie en voz alta.
Cuanto deseo llevarte pronto para que descanses y te unas a el.

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