Friday, March 17, 2006

Extinción


Todo el lugar respira al mismo tiempo. Dos halos de oxigeno van hacia dentro de los pulmones, donde esta lleno de nada. Quizá el tiempo otorgue dos respiraciones más para que puedan saber y recordar el érase una vez, el vivieron felices para siempre, el final feliz. Mientras el espacio y la nada, juntos abracen repentinamente los cuerpos solos, con razones suficientes para matarse o seguir existiendo. La muerte no es la respuesta dirían, nada más es un lugar común a donde todo tiene que ir, y de ella nacerá preguntar si tendrán entonces que seguir esperando ahí por otro suicidio que venga a cobijarlos cuando todo este listo para partir.
Se corto las venas, la bala le desfiguro la cara, dijeron las voces en el pasado, junto con muchas otras formas sorprendentes. Se contaban entre ellos como si en un pasaje de papel viejo lo hubiesen leído y así es, todos terminan en una hoja de igual forma como empiezan. Morir les debe causar deseo para que les parezca tan extraño y no dejen de pensar en ello.
A veces se está mal, lo suficiente para convertirse en alimento pero, la verdad de eso les llega cuando el corazón y la cabeza han sido devorados. Comenzar por los pies es una sentencia que deberían clamarle a quien los preda y de está manera poder preguntar otra vez, aunque se conozca que nada mas sus ojos llenos de placer nos observaran verlo comer.
Sobre este punto partirá, que de lejos parece una salida de emergencia con esa misma leyenda escrita en el frente tan ideal para un cómodo suicida. De cualquier forma nadie preguntará por dónde salió. Popularmente dirán: está muerto; Llorarán, comprarán velas, arreglos, una caja, café, pan, invitarán a personas; hundido, será vuelto a devorar.
Escogió la tarde para morir, las 16 horas que fueron icono de su nacimiento. Antes de darse otra oportunidad, recordó lo que su madre alguna vez en su cumpleaños le contó. Que su padre utilizo el periódico para mostrarle al pequeño mundo que tenia otro hijo.
Entre todo el escenario de su memoria, una pregunta asaltó a su madre, la cual nunca tuvo respuesta. Redescubre todo el proceso de su infancia mientras elige el arma destinada. Recordó que tuvo fiebre hasta el delirio provocándole ver y oír las situaciones que mayor temor le causaban entonces.
Sus ojos parecen querer ir más atrás. Al día de su nacimiento, su primer llanto, sonrisa, mas no puede, sólo aprieta el mango del cuchillo de mesa preferido, camina rumbo a su cuarto con la idea de que hoy algo le hizo falta, titubea, no sabe que hacer, su corazón continúa palpitando, su mente es una mortaja, este cielo no tiene estrellas, la atmósfera de su casa no lo abraza como si fuese noche, sabe que llora confundido sin contar sus lágrimas. Porque todo se pierde entre tantas imágenes.
Entre tanto silencio por coincidencia fue descubierto, alguien tropezó con el y dijo que lo amaba. Su sonrisa coagulada respondía: te creo.

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