Tuesday, February 10, 2009

Travelling Vertical




Funny games
Director: Michael Haneke
Año: 2007


Hace dos años se estreno una cinta que impacto al publico y a la critica por el nivel de tensión que la historia y la película en si provoco a los espectadores que gustan y ven el cine al filo de la butaca. El filme del que hablo es Cache (2005) dirigida por Michael Haneke de quien se dijo ser el sucesor de Alfred Hitchcock, pero podemos pasar de largo ese comentario ya que dicha observación se utiliza cada vez que los críticos se impresionan o redescubren el suspense. Un género que Michael Haneke ha explorado y del que se puede decir que disfruta. Antes de Cache M. Haneke ya había realizado La pianista (2001) un filme de proporciones que encajan muy bien con el género, película de la que me atrevo decir que es la mejor forma de iniciar nuestro “trip” a través de una de las obras del director en activo y mas prominente respecto al suspense.

Funny games es su trabajo mas nuevo y las vez de los mas viejos porque la misma película fue hecha por Haneke en 1997. Sin embargo aprovechando la amplitud de mercado que da una producción Norteamericana, el deseo de que Haneke volviera a dirigirla, así como la libertad creativa permiten un fácil acceso a este remake.
Cinta dirigida en distintos tonos que van de lo armonioso a lo estridente y de ello esta consiente el director al ubicarnos en una bahía donde la vida es de lo mas tranquila y el refugio que da una mansión en medio de un ambiente natural contrasta con la violencia que las mentes de las personas adquieren en parte por culpa de la modernidad y los ambientes citadinos.

El filme narra la vida de una familia que visita su casa en la bahía Norteamérica para pasar un fin de semana relajado, pero toda la paz que alberga esa zona residencial es alterada por un par de jóvenes psicópatas. A lo largo de Funny games no hay concesiones para los personajes que son las victimas. Ya que se ven frente al temor de morir y lo expresan de forma realista. Expuesto por medio de buenas actuaciones donde sese puede sentir la transgresión a la que los personajes son expuestos. Y por si eso no es suficiente M. Haneke se mofa de las convenciones del género haciendo un lado sentimentalismo y apego que los espectadores hayamos creado con las victimas de la película. Llevando al suspenso casi al nivel que solo Alfred Hitchcock Psicosis (1960), David Fincher en Seven (1995), Jonathan Demme en El silencio de los inocentes (1991) y Roman Polansky en El Bebé de Rosemary (1968) han alcanzado.

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