Monday, September 26, 2005

12 horas de noche


Pedí un deseo porque así era como mataba el tiempo, mientras esperábamos el cercano amanecer sin decirnos nada sobre los techos. Ya solo éramos tres. La locura invadió a uno de nosotros dejándonos toda la oscuridad que podíamos apreciar. Sabíamos que regresaría o quizá nosotros también haríamos lo que el, pues lo nocturno era tan esperado y se prolongaba apenas como una lluvia soleada.
El cielo comenzaba a desvestir su luto anunciado el regreso a nuestro refugio. Arrastrando los pies Kan se perdía y la niebla lo seguía, Eban partía rápido pero, siempre llevando un trofeo que tomaba camino atrás. Decidí no regresar esa vez, imagine que aquel deseo se cumpliría a pesar de lo eminente del amanecer. Trataba de no pensar en el dolor de la luz entrando por mis ojos, sintiéndola sobre mi piel. Como nos habían dicho de jóvenes que aquella energía combustiónaria cada célula hasta hacernos arder desde lo mas profundo despertando a nuestra alma a la cual habíamos renunciado. Seguía pensando que era la mejor forma de dejar todo así que aguarde mientras pensaba en mis cenizas, en como se regarían durante décadas hasta llegar frente a aquel ser vivo que ame, quien las inhalaría para que estuviéramos juntos otra vez. Entonces el sol se posado frente a mi me comenzó provocarme calor y cierto ardor en los ojos que me impedían verlo, solo eso durante unos segundos, después todo fue como la noche.
Era cierto que la luz no podía dañarnos aquel mito que de jóvenes habíamos creído era una farsa, también los no vivos podían caminar los días, un conocimiento que Kan y Eban deberían conocer. Comencé a caminar sintiendo cada parte del día, tome vidas de personas que se escondían en las sombras, subí a un puente y observe como la tarde escondía al sol.

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