Sunday, December 11, 2005

El niño


Huyo de casa, sin llevar más que su pijama y sus tenis. Había olvidado sus regalos, los besos de su madre, los abrazos de su padre y las risas de sus hermanos.
Camino sin ser notado, a veces tosía y lloraba, ya no quería sentir. Las calles de la ciudad le ayudaron a esconderse. Pasajes secretos, como en cuentos de castillos, callejones vacíos eran su refugio de la pena que lo hacia llorar. Sin saber a donde iba, observo a unas hormigas cargar un pedazo de hoja ascendiendo por una pared, cuando se canso de ver las impacto con su puño. Algunas quedaron sobre su piel, aplastadas, otras en la pared parecían desdibujarse, el trozo de hoja cayó.
En un aparador la figura de plástico parecía tocar un piano, estar de pie, mirar, ser una niña. El la veía decirle cosas, indicarle el camino. Todo era mentira, lo sabia, continuo hasta llegar a algún lugar vació. Dormía tirado en el monte, arrancaba las ramas que tenían plagas de algunos arbustos, tragaba insectos, su pijama comenzaba a desgarrarse, sus padres perdían más la esperanza de volver a verlo, los atardeceres eran más bellos.Recordaba los años, con las mismas imágenes, la escuela nunca cambiaba, ¿porque sus hermanos pasaban de una escuela a otra?, el maldito nombre en diminutivo, siempre lo llamaban y al final “ito”.
Un día llego un perro, era viejo, con la lengua de fuera, sus ojos además lo observaban con ira, el niño lo vio pasar a su lado ni siquiera pudo moverse, el perro le mostró sus dientes, giro su cabeza señalando aquel borde, una y otra vez hasta llegar aquel atardecer.
Con los ojos saltones, los labios gruesos, la boca abierta, la cara alargada, sus dedos gordos, se levanto y vio hacia al final. El perro camino y el niño lo siguió. Antes de llegar el perro se detuvo, el niño lo vio, se puso de pie pero, el perro ladro, el niño continúo, levanto sus brazos extendiéndolos como si fuese a volar, dio dos pasos más y cayo.

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